domingo, 24 de febrero de 2008

CAPITULO 12



Y en vista de que no lograban ponerse de acuerdo, los policías decidieron llevar a todos a la comisaría.


Las voces cada vez eran más fuertes. Todos hablaban a la vez, y cuando les pusieron las esposas para meterles en el calabozo, en medio de tanto griterío habló Don Simón. El comisario, al oirlo, salió despavorido, y la gente que estaba en la puerta curioseando, entró para ver a los caballos.


Aprovechando la aglomeración de gente, Rocco y Salvatore se hicieron una seña y en un descuido de la policía consiguieron salir de allí.


La policía una vez que consiguió echar a toda esa gente, y dándose cuenta de que los otros se habían marchado dejó a nuestros amigos en libertad.


¡Menudo día! ¡Y nos lo queríamos perder! decía Don Simón a Noche.


Era bien entrada la noche, la luna brillaba en lo alto. El largo paseo les hizo relajarse. El camino de vuelta a casa les parecía maravilloso después de todos los nervios que habían pasado.


De vuelta a Villaescusa de Palosito, encontraron a Escojoncia, que preocupada por la tardanza de Tinto, había decidido ir a buscarle.
La alegría fue inmensa, y después de los abrazos empezaron a narrarle lo ocurrido.

Escojoncia se fascinó y regresaron hacia el pueblo con ella.



Lucio, al ver que Rocco y Salvatore se fueron, decidió volver al pueblo y buscar a otras personas con las que ganar dinero.



Antonín, dejó a Escojoncia y a Tinto en el convento y después de darle las buenas noches se dirigió hacia su casa.


ESCRITO POR MARCOS. LE TOCA ESCRIBIR A PATRICIA

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