capítulo 5
La tarde estaba animada. Realmente, los protagonistas de la pelea habían desaparecido como por arte de magia, dejando en la calle un magnífico espectáculo.
Don Simón lucía mejor que nunca, animado por tantos niños que cariñosamente le hablaban y a los que él respondía (dejanto boquiabiertos a todas las personas que abarrotaban la plaza).
Antoñín después de todo lo sucedido, se encontraba feliz; su caballo era la admiración de todas las gentes del pueblo y de los alrededores, que sin esperarlo, se habían visto sorprendidos por tan maravillosa actuación.
Pero como suele ocurrir, las cosas que sirven de admiración para muchos, son también causa de envidia; y pronto, lo que para Antoñín había sido sentimiento de orgullo iba a ser motivo de preocupación.
Salvatore y Rocco eran dos italianos de paso. De camino a Siracusa, pasaron por Villaescusa de Palosito (el pueblo que nos ocupa), y se encontraron sin buscarlo, con todo esto.
Ambos quedaron tan sorprendidos al ver a don Simón realizar tales prodigios, que pronto tramaron un plan para secuestralo.
Cuanto más hablaban del asunto, más encantados estaban con su nuevo plan. Lo llevarían a Italia. Allí hablarían con Stromboli, el cual les facilitaría el camino a seguir. Eso les costaría unos cuantos euros, pero esto no era nada si consideramos la fortuna que pensaban obtener a costa de nuestro querido Don simón.
- daremos tiempo a que se retire cada uno a su casa - decía Rocco a Salvatore - . Después seguiremos al dueño del caballo y cuando lo deje descansando, aprovechamos y nos lo llevamos. Pero debemos tener preparado un camión para transportarlo....
Tinto seguía dentro de la iglesia. Su malhumor se iba pasando poco a poco.
Escojoncia seguía a su lado. Aunque le dolía la falta de cariño con que a veces le trataba, su amor por él era mucho más fuerte y lo olvidaba con facilidad.
Se estaba haciendo de noche, y lo mejor sin duda, era terminar la tarea del día que a causa de tantos incidentes no se habían podido realizar; así se lo comentó a Tinto, que no dudó en aceptar.
ESCRITO POR MARCOS. LE TOCA ESCRIBIR A IRENE
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